lunes, 29 de septiembre de 2014

Dicen... (1)


Tengo intención de abrir dentro de este sinsentido una pequeña sección que se llama Dicen… No hace falta ser un hacha para saber que se va a dedicar a comentar alguna de esas perlas del mal llamado saber popular y, como es mi costumbre, argumentar algo para llevarles la contraria.




Para empezar, dicen que la primera idea es la que vale. Incorrecto. Mi forma de verlo es que la primera idea es siempre precipitada. La realmente buena es la segunda. Y la tercera y posteriores ya son demasiado rebuscadas.

sábado, 27 de septiembre de 2014

¿Por qué Sisyphus?



Ojo, sin coma (o sea, no me refiero a ¿Por qué, Sisyphus?, pregunta que tampoco estaría fuera de lugar).

Los pocos que conocen mi identidad alguna vez me preguntan el porqué de este seudónimo (me niego a llamarlo nick ni ninguna otra payasada por el estilo). La respuesta es muy sencilla: aparte de porque soy gilipollas, cuando me fui a dar de alta ya se habían adelantado y me habían cogido el de Sísifo.

Razonablemente, la pregunta siguiente es: Y ¿por qué Sísifo?


   Pero eso ya es otra historia…

lunes, 15 de septiembre de 2014

Una y otra vez



Al principio estaba reticente a hacer esto, pero la verdad es que me viene bien un descansito antes de seguir empujando esta puta piedra colina arriba. Veremos si los dioses no me atosigan para que siga mi tarea sin entretenerme. Pero veo que estoy siendo un maleducado al no presentarme. Me llamo  Sísifo, antiguo rey de Éfira, o Corinto, como prefiráis. Y ahora me encuentro aquí, en el Tártaro, tirando una y otra vez de la roca de los huevos para que vuelva a rodar cuesta abajo una y otra vez para descojone de los dioses. Perdonad, pero es que mi carácter se ha agriado en todo este tiempo con el castigo. No puedo entretenerme mucho y no puedo pararme a dar demasiadas explicaciones sobre mi vida y lo que pasó después de ella. Por lo que me han contado han corrido ríos de tinta sobre mí y mis andanzas, así que podéis encontrar fácilmente información sobre mí.


Y, ¿qué hago yo hablando aquí? Pues ha venido un gilipollas a decirme que había tomado mi nombre como seudónimo (por la cara) e iba a contar sus neuras en algo que ha llamado blog, o algo así que no he entendido y me ha pedido que dedique un rato a introducir el tema.


Vosotros los hombres y mujeres del futuro (mi futuro, claro, porque vosotros os veis como presente y a mí como el pasado) no creéis en los dioses. Como mucho, la mayoría creen en un solo dios y ni siquiera se ponen de acuerdo en que ese dios sea el mismo para todos.  Pero yo os aseguro que los dioses existen y que tienen muy mala leche. Así que os recomiendo que no los hagáis cabrearse. El tema es que cuando se olvida a un dios te hace parecer que no existe pero está ahí agazapado y te premia o te castiga (sobre todo) según le parezca conveniente. Porque a los dioses no los entendemos, no tenemos capacidad para ello. Y los humanos gustan de creer que son independientes y pretenden que los dioses no influyen en sus vidas. Pero lo hacen. Y lo hacen de manera sibilina, sin que te des cuenta, disfrazados de casualidad, de buena o mala suerte, de azar, de fortuna y  de desdicha.


Y este elemento que ha venido a interrumpirme me cuenta que me ha elegido porque su anodina vida tiene esos elementos de pequeña tortura en los que se ve una y otra vez pegándose con las mismas chorradas, una y otra vez, una y otra vez (ya sé que me repito, lo hago aposta) , pequeñas jodiendas que, aunque en el global de su vida no pueda quejarse por la fortuna de vivir sin graves dificultades, tienden a poner un toque de amargura en el día a día.  Pero su intención, según me cuenta, es que los desdichados que lean sus tonterías se den cuenta de que esas pequeñas molestias no deben pasarnos factura, sino que, si podemos, si no tenemos verdaderamente una desgracia grave, debemos ver la vida con alegría, de disfrutar esta experiencia, relativizando nuestros pequeños problemas y disfrutando de los buenos momentos, o incluso buscándolos en los momentos en que creemos que no los hay. Porque la vida es en colores y en tres dimensiones y con olores y sonidos. Y aunque a veces sean desagradables, busquemos lo agradable a nuestro alrededor y disfrutemos de ello, que siempre podemos ofender de verdad a los dioses con nuestras quejas sin sentido y nos deparen algo peor, que siempre hay sitio para ello. 


“Hermano, ¿quieres cambiarme el sitio?” (lo dice Prometeo, para los que no conozcan la mitología griega)