domingo, 10 de mayo de 2015

Mi peor enemigo



Tengo que reconocer que con frecuencia tengo miedo de algunas cosas. No es que yo sea alguien esencialmente miedoso, lo dejaría en algo inseguro, pero no más allá. Sin embargo hay algo, mejor dicho alguien, que me acojona: mi peor enemigo.


Es un tipo que no me saco de encima y que cuando me mira me hace cambiar de semblante. Puedo ir por ahí tranquilamente riendo con cara de estúpido (bastante habitual en mí), cuando de pronto me doy de narices con él y me lanza una mirada de desprecio y siento que mis intestinos se contraen y la expresión se me vuelve amarga. A veces ni me hace falta verlo, siento ese odio frío que me eriza los pelos del cuello, simplemente con hacerme consciente de su presencia, esa presencia constante e inevitable.


Puede que el sentimiento sea mutuo, pero su intimidación me produce una sensación de inferioridad total que impide ni por asomo que alguna vez me ponga gallito y le devuelva la moneda.

Cuando estoy contento me amarga el día, cuando me vengo arriba me pone la zancadilla, cuando creo disfrutar una pequeña victoria me deja en ridículo y cuando quiero pasar desapercibido me delata.


Dicen que Gianni Versace (y no es que yo lo considere un gran filósofo) decía que para que los demás te quieran primero tienes que quererte a ti mismo. Tal vez ese es mi problema, que no me quiero a mí mismo…